Naves en llamas más allá de Orión

Constelación de Orión. Exposición de 800 segundos a 400 ISO con cámara en paralelo (objetivo de 35mm f/1,8). Se pueden apreciar los principales objetos como la Nebulosa de Orión (la zona más brillante de la espada), la Flama y la nebulosa Cabeza de Caballo (a la izquierda del citurón) y parte del anillo de Barnard (el arco nebuloso a la izquierda de la foto).

Orión es una de las constelaciones más bellas e impresionantes del cielo. Destaca en las noches invernales gracias a sus brillantes estrellas y su disposición característica: Betelgeuse y Bellatrix en los hombros; Alnitak, Alnilam y Mintaka formando el cinturón y Rígel en la pierna derecha. Siguiendo la línea que forman las tres estrellas del cinturón encontramos a la estrella más brillante del firmamento, Sirio, en la constelación del Can Mayor. Estas estrellas junto a Aldebarán (en Tauro), Capella (en el Cochero) y Procyon (en el Can Menor) caracterizan las oscuras noches del invierno boreal. 

Orión era en la mitología griega un gigante y cazador, existiendo muchas variantes de su leyenda dependiendo de la fuente. Según algunos mitógrafos la leyenda de Orión es un conglomerado de reminiscencias de una figura arquetípica de diversas culturas -Gilgamesh, Prayapati, Tammuz, etc-, un gigante con ascendencia divina de virilidad y fuerza colosal, cazador, impulsivo y salvaje, casi invencible y que acaba despertando la desconfianza de los mismos dioses. Una de las versiones de la mitología griega cuenta que Orión se jactaba de ser capaz de matar a cualquier criatura, lo que irritó a Gea, que le envió un escorpión gigante para bajarle los humos. Orión y el Escorpión se enzarzaron en una larga batalla que terminó con su muerte, tras la que Zeus los elevó a los cielos pero en posiciones opuestas para que no volvieran a encontrarse (las constelaciones de Orión y Escorpio). Otras fuentes mitológicas relatan que Orión trató de violar a Pléyone mientras viajaba con sus hijas -las Pléyades- por Beocia; lograron escapar pero las persiguió durante siete años hasta que Zeus decidió elevarlas a los cielos lejos de su alcance. Orión cazaba acompañado de dos perros -que en el cielo están inmortalizados por las constelaciones del Can Mayor y el Can Menor- y frecuentemente se le representa persiguiendo a la Liebre (también es una constelación), a las Pléyades (en la constelación de Tauro) o al mismo Tauro. Relacionadas con el mito de Orión tenemos por tanto un buen número de constelaciones: Orión, el Can Mayor, el Can Menor, la Liebre, Tauro y Escorpio. 


La estrella principal de Orión es Betelgeuse, una supergigante roja de radio 900 veces mayor que el del Sol y situada a unos 650 años luz. Esta estrella descomunal está en la fase final de su vida, pues ha agotado todo el hidrógeno y es posible que ya se encuentre fusionando el carbono, lo que lleva a algunos astrofísicos a postular que podría explotar como supernova en los próximos 10.000 años. Será un bonito espectáculo si queda alguien para verlo, pues posiblemente llegue a iluminar el cielo como lo hace la Luna llena; también nos llegará una buena dosis de rayos cósmicos que someterán a una dura prueba de resistencia a la capa de ozono (o lo que quede de ella). Así que recomiendo a los magnates financieros que al tiempo que expolian las arcas públicas se hagan de una buena provisión de crema solar, porque antes o después -para gloria y regocijo de la Humanidad- también las pasarán canutas.

Región celeste de Orión y el Unicornio

Por otro lado Beta Orionis es conocida con el nombre de Rígel, y su color azulado contrasta con el rojo de Betelgeuse. Es la séptima estrella más brillante del cielo, y lo es por mérito propio (no por cercanía como Sirio), pues se encuentra a unos 900 años luz de nosotros; esto implica que es 50.000 veces más brillante que el Sol y tiene un radio 70 veces mayor. Es por tanto una supergigante azul, muy joven, con "sólo" unos 10 millones de años de edad (el Sol tiene unos 5.000 millones de años). Pero ser tan masiva y brillante tiene un inconveniente: quemará rápidamente su hidrógeno y comenzará su decadencia en apenas otro millón de años. Como algunos humanos de nuestros días, gozará de una juventud muy intensa pero a costa de fundirse -literalmente- en muy poco tiempo. Alnitak, Alnilam y Mintaka son también supergigantes azules, situadas a 800, 1.340 y 915 años luz respectivamente.

La constelación de Orión es muy conocida por sus nubes moleculares: estructuras de hidrógeno, polvo y estrellas nacientes situadas a unos 1.500 años luz y que abarcan prácticamente toda la región. Encontramos tanto nebulosas de emisión (de gases excitados por estrellas cercanas), como otras de reflexión y nubes oscuras. Las más famosas de ellas son M 42 (la Gran Nebulosa de Orión), M 43 (de De Mairan, junto a la primera), NGC 2024 (Nebulosa de La Flama) y Barnard 33 (la nebulosa oscura Cabeza de Caballo), entre otras. Tanta variedad hace a esta constelación merecedora del título de "Capilla Sixtina del cielo", porque encontramos en ella a algunas de las nebulosas más bellas del firmamento. 

Las llamas de Orión

La Gran Nebulosa de Orión aparece a través del telescopio como un objeto flamígero, con un centro brillante en el que se introduce una franja oscura. Si aplicamos un ocular de más aumento podemos ver que el "fuego" procede de un grupo de estrellas recién nacidas (con una edad de entre 10.000 y 100.000 años), de las que destacan las cuatro denominadas "el trapecio de Orión". Si realizamos una toma fotográfica (no necesariamente de mucha exposición) aparecerán claramente los colores y estructuras externas de la nebulosa, más evidentes conforme subamos el tiempo de exposición (aunque será a costa de velar el centro más brillante). La primera fotografía que se muestra a continuación está hecha con un minuto de exposición a través de lente Barlow y en ella se puede apreciar el Trapecio y la estructura central de la nebulosa. En la siguiente el tiempo es mayor (de dos minutos) y aunque el centro aparece velado se ve la estructura externa más débil.

El Trapecio de Orión

Gran Nebulosa de Orión

Si dirigimos el telescopio a Alnitak podremos observar una nebulosa muy cercana a esta estrella conocida como la Nebulosa de la Flama, aunque es menos brillante que M 42 y el aspecto de fuego aparece en tomas fotográficas. Como en otras nebulosas de emisión, el hidrógeno es ionizado por la potente radiación ultravioleta que arranca electrones que luego se recombinan originando una emisión rojiza característica. Si realizamos una fotografía de cierta exposición y nos fijamos en la zona al sur de Alnitak veremos que existen otras estructuras nebulosas de color rojizo, y nos llamará la atención una nube oscura que se perfila sobre el fondo, cuya forma le ha valido el nombre de Cabeza de Caballo. Se trata de una nube de gas fría y oscura que sólo es visible en fotografía gracias a que se sitúa delante de una nebulosa de emisión. En la fotografía siguiente -hecha con seis minutos de exposición- se aprecia Alnitak (la estrella más brillante), la Nebulosa de la Flama junto a ella y la Nebulosa Cabeza de Caballo casi en el centro.

Nebulosas de La Flama y Cabeza de Caballo

Más allá de las llamas de Orión

Junto a la constelación de Orión existe una amplia zona que corresponde a la bautizada en el siglo XVII como constelación del Unicornio (Monoceros en latín). Se trata de un amplio sector del cielo en el que no hay estrellas especialmente brillantes, pero que está inmerso en el plano galáctico. De este modo se pueden observar muchos cúmulos abiertos de estrellas, algunos asociados a nebulosas de gran belleza. La más conocida de esta constelación es la Nebulosa Roseta, asociada al cúmulo NGC 2244, a más de 5.000 años luz de nosotros. Al igual que ocurre en la Gran Nebulosa de Orión, se trata de una región de formación estelar en cuyo seno se formaron las estrellas del cúmulo que vemos en la actualidad; su viento estelar sigue empujando a la nube, comprimiéndola y provocando la formación de más estrellas. En la siguiente fotografía de 5 minutos de exposición se muestra esta gran región y la forma característica de rosa a la que se debe su nombre.
  
Nebulosa Roseta

Otra nebulosa de emisión con un cúmulo de estrellas asociado es NGC 2264, el cúmulo "del árbol de Navidad" y Nebulosa del Cono, a 2.600 años luz de la Tierra.


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